TEL AVIV.- Los israelíes votarán hoy en unas parlamentarias que terminaron convirtiéndose en un referendo sobre la continuidad el derechista primer ministro, Benjamín Netanyahu, en desventaja ante la coalición de centro Campo Sionista que unió al laborista Isaac Herzog y la centroderechista, ex ministra de Netanyahu, Tzipi Livni.
Netanyahu, el primer israelí nativo en llegar al cargo, fue primer ministro entre 1996 y 1999, y retornó en 2009. Revalidó nuevamente el puesto en 2013, y aspira a un cuarto mandato aunque las encuestas estiman que puede ser derrotado en el comicio. Los sondeos anuncian que tras el pronunciamiento de los casi seis millones de votantes, Campo Sionista (integrada por el Partido Laborista de Herzog y el centrista Hatnuá de Livni) vencerá al Likud por una diferencia de cuatro bancas, 24-20.
Tanto “Bibi”, como se lo conoce en Israel a Netanyahu, como Herzog (a quien llaman “Buzi”) trataron de seducir votantes de sus aliados el último día de campaña, según analistas.
Cuando, desde el asentamiento de Har Homá, en Jerusalén Oriental, Netanyahu aseguró que con sus oponentes la unidad de la ciudad bajo mando israelí no estaba segura y él seguiría trabajando para impedir su división, apuntó a la base de Neftalí Bennett, líder de El hogar judío y defensor de los asentamientos en Cisjordania. Los últimos sondeos revelan que El hogar judío está absorbiendo votos del Likud que el actual premier busca recuperar. Bennett aboga en su campaña por la anexión de las partes de Cisjordania que aún están bajo control israelí y la creación de un ente palestino autónomo. Dado que es difícil que, pese a ganar en bancas, la centro izquierda logre formar gobierno, asumirá un peso mucho mayor en un futuro Ejecutivo formado por el Likud. Para contrarrestarlo, “Bibi” reiteró que si él se mantiene en el Ejecutivo israelí no habría un estado palestino, aduciendo motivos de seguridad antiterrorista.
“Creo que cualquiera que dé pasos para establecer un Estado palestino y evacuar territorios (en alusión a los asentamientos judíos en Cisjordania) abona el terreno a los ataques de los islamistas radicales contra Israel”, dijo Netanyahu al periódico conservador NRG.
Desde el pasado diciembre, el primer ministro israelí y líder del partido derechista Likud se expresó en varias ocasiones contra la creación de un Estado palestino mientras continúe la inestabilidad en la región de Oriente Medio, pero se trata de la primera vez que se compromete públicamente en tal sentido.
La reacción palestina fue tajante. El jefe del equipo negociador con Israel de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, afirmó que, con sus declaraciones, Netanyahu “hizo todo lo posible para enterrar la solución de los dos estados”, pero agregó que esos dichos “no son algo nuevo”.
En cuanto a Jerusalén, Netanyahu predijo que si vence Campo Sionista, sus dirigentes “se dejarían llevar por la comunidad internacional y aceptarían sus órdenes”, entre otras ellas, la de congelar la construcción de viviendas en Jerusalén Este.
“Bibi” entiende que si su partido obtuviera un resultado relativamente pobre, perderá un notable porcentaje de legitimidad para seguir como jefe del Ejecutivo aún cuando solo el Likud quede en condiciones de promover una alianza de gobierno.
El presidente del partido Israel Nuestro Hogar, Avigdor Lieberman, por su parte, abandonó la relativa moderación a la que lo había obligado su cargo de canciller y desplegó la extrema belicosidad que lo había caracterizado desde el llano cuando sostuvo que si, como pretende, es nombrado ministro de defensa en el próximo gobierno israelí, encabezará la “última campaña” militar contra Hamas.
Las elecciones también pondrán en cuestión aspectos de la política de Netanyahu que incomodan al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en particular la intransigencia antiiraní que lo llevó a pronunciar un discurso lindante con la intromisión en los asuntos estadounidenses en el Senado de ese país el 3 de enero. (Télam)